miércoles, 21 de abril de 2010

Se sabe que... el mundo es imbécil.

El mundo está lleno de cosas que se saben pero no se dicen. Y peor: el mundo esta lleno de cosas que se saben, se dicen, pero no se reflexionan. La política es una. Mi vecino del quinto es un hombre que a menudo he oído autoproclamarse "de derechas", lo cual me parece que corresponde a una fase avanzada de neurosis terminal. No el ser de derechas: podéis sustituir esa palabra por la referencia espacial o punto cardinal que más os guste. Por mí como si sois de Lanzarote. Me refiero al hecho de que uno pueda decir tan alegremente que "es" de algo. La gente no lo piensa, pero las implicaciones del término son terribles.

Uno puede ser del PSOE igual que el que es del Madrid. Y si alguien ha asistido a algún coloquio o debate político, especialmente en periodo electoral, sabrá que la comparación con el fútbol es más que apropiada. El campo (quiero decir, la sala) suele estar dividida en dos hinchadas de seguidores incondicionales. Si estamos en la sede del partido, los aficionados irán ataviados con los colores del equipo mientras agitan banderas y repiten consignas de ánimo. ¿Alguien en el mundo piensa que cualquiera de ellos, y estoy hablando de ciudadanos de a pie, va a cambiar de bando después del debate? ¿Alguien ha visto alguna vez a alguien romper sus carteles y tirar las chapas al suelo al grito de "Maldita sea, ¡los otros tienen razón!". Es más, ¿alguien allí escucha la discusión que mantienen esos dos señores que están bajo los focos salvo para intentar hacer la cuenta de quién ha lanzado más dardos al otro? Y sin embargo tengo que decir que el fútbol presenta una ventaja fundamental con respecto a la política. Al acabar el partido, sé quién ha marcado más goles y, en consecuencia, quién ha ganado. Al acabar el debate da igual, porque en todos los canales hay un ganador distinto. Es más, cuando la televisión comienza a realizar sus famosos sondeos electorales (eufemismo para decir "quinielas"), una vez descartados todos los partidos que no van a ganar quedan tres grupos: Psoe, PP y los llamados "votantes indecisos", que decantarán el resultado a un lado u otro. Nunca me va a dejar de parecer apasionante que al segundo día de campaña el número de indecisos (que es como decir "esos que piensan lo que van a hacer", pero sonando mal) nunca supere el 10%. Y luego a saber los que votan de ahí.

¿Alguien se para a escuchar lo que están diciendo, pensando que las opiniones de ambos pueden no ser excluyentes? O lo que es lo mismo, ¿por qué tengo que ser de derechas, de izquierdas o de centro? ¿por qué tengo que restringirme a un modelo cerrado de pensamiento que hunde sus raíces en dónde les dio por sentarse a un puñado de franceses hace más de dos siglos? ¿Por qué no he visto jamás a un político decirle a otro "tienes razón, cambiaré mi propuesta en materia económica porque la tuya es mejor"? Porque entonces no sería de derechas o de izquierdas. ¿Y no se puede estar de izquierdas, verbo mucho más transitorio al tiempo que concesor de la posibilidad de cambio (y toda mejora implica cambio)?

Nosotros mismos convertimos la política en un juego de equipos. Un culé ni se plantea hacerse madridista (aunque sólo sea porque en tu barrio te matan a pedradas si se te ocurre). Todo por poder colgarnos una etiqueta que realmente no dice nada de lo que somos ni de lo que pensamos: la etiqueta hace el pensamiento cuando debería ser al revés. Yo puedo votar al PP: jamás ser del PP. Puedo cambiar de opinión de un mes a otro. Es más, necesito hacerlo. Necesito adaptarme a la situación que vivo. Necesito que mis ideas persigan lo que creo que es mejor, no que conjunten con mi camiseta. Necesito que haya opiniones apuestas a las mías, discutir, equivocarme, rectificar. Necesitamos olvidar que el objetivo de las elecciones es llevarse la liga a casa y preparar la próxima: el objetivo es vivir bien, aunque la copa la tenga otro o no la tenga nadie.

La premisa de este blog, y de cualquier iniciativa que de él se desprenda, pasa por tirar esas etiquetas. Sed bienvenidos todos aquellos que queráis participar, independientemente de vuestra ideología. Pero haceos el favor de no amurallarla.

“SER DE IZQUIERDAS ES, COMO SER DE LA DERECHA, UNA DE LAS INFINITAS MANERAS QUE EL HOMBRE PUEDE ELEGIR PARA SER UN IMBÉCIL: AMBAS, EN EFECTO, SON FORMAS DE LA HEMIPLEJÍA MORAL”
-- Ortega y Gasset

L

5 comentarios:

  1. Me encanta tu entrada, sobre todo, lo que dices acerca de las etiquetas como premisas que determinan el pensamiento y nos alejan de la realidad.
    Te planteo una pregunta... ¿no es tu argumento extensible a toda la historia política? Es decir, ¿no había un eje y unos aliados en la Segunda Guerra Mundial? ¿No había dos mundos contrapuestos en la Guerra Fría (capitalismo y comunismo)? No había también, ¿una Atenas que se contraponía a una Esparta en las Guerras del Peloponeso?
    Lo que quiero decir es que, en cuanto a política, el hombre siempre parece necesitar un espejo al que negar y que en el fondo le identifica (los extremos se juntan).
    Tu argumento me recuerda a lo que se proclamó tras el "Fin de las ideologías" y la proclamación de la postmodernidad.
    Te dejo este link: http://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Fukuyama#El_fin_de_la_Historia
    Tal vez, ahora la política se sustituya por la economía (y no sé qué es peor)

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  2. Krip Krup: Es una idea interesante, pero un poco reduccionista. Sí que parece algo antropológico lo de necesitar un contrario al que enfrentarte, pero en mi opinión eso aplicado a la política mata la democracia (precisamente por eso, por reduccionista).

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  3. Llevo años soportando la sospecha de que demasiada gente siente, piensa y actúa en lo político como en el fútbol. Ni sé la de veces que he comentado con amigos esto mismo. Desde luego, en tu entrada lo expones a la perfección.

    ¿No te suena a panem et circenses?

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  4. Artevirgo: El problema añadido es que últimamente sobra el circo y falta el pan.

    Gracias por comentar, por cierto.

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  5. "No quiero mi casa amurallada por todos lados, ni mis ventanas cerradas. Yo quiero que las culturas de todo el mundo soplen sobre mi hogar tan libremente como sea posible, pero me niego a ser barrido por ninguna de ellas."

    Mahatma Gandhi.

    Mucha suerte en esta aventura ;)
    Mariano

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